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miércoles, 11 de mayo de 2011

Estamos de aniversarios

Estamos de celebraciones: el dry martini cumple cien años, y dryMartínez uno. Con el dry martini las cosas no están muy claras, pero podemos dar por buena la historia de que surgió en el bar del hotel Knicknerbocker de Times Square, en Nueva York, en 1911. Es de señalar la interesante relación que ha existido siempre entre los bares de los hoteles y la coctelería. El edificio más tarde se convirtió en la redacción del Newsweek y ahora sirve para otras cosas.
Una receta clásica del dry martini es dos partes de “London dry gin” y una parte de vermouth blanco. Escribo “vermouth” porque así tiene un glamour muy superior a “vermú”, y el glamour es parte de la historia de un cóctel.
La receta original del dryMartínez es dos partes de visión personal y una parte de información.
Pero claro, las recetas están hechas para ser modificadas. No hay dos bares que ofrezcan dos dry martinis iguales, así que yo no voy a ofrecer necesariamente los dryMartínez iguales todos los días.
Además, los dry martinis pueden ser realmente secos. Hay quien sugiere que, en la coctelera, se moje el hielo con vermouth, se vacíe, y entonces se vierta la “London dry gin” sobre el hielo perfumado. Buñuel recordaba que, según algunos, bastaba dejar que un rayo de sol atravesara la botella de vermouth para que incidiera en la copa de ginebra (el mismo concepto de la virginidad de María, eso de que el rayo de luz atraviesa el cristal sin romperlo, según santo Tomás de Aquino), aunque pensaba que todo ello era un poco exagerado.
Con todo ello quiero decir que, si hay diferentes opciones para cada dry martini, también las habrá para los dryMartínez.
Brindemos.