martes, 9 de noviembre de 2010

KENIA: MAASAI MARA, LA GRAN MIGRACIÓN, II


Y entonces ocurre lo que los ñúes se temen: una leona aparece y da muerte a uno de ellos. Es la ley de la jungla en estado puro: yo tengo hambre y te como. Otra vez lo que hemos visto decenas de veces en la televisión y que casi ha dejado de emocionarnos. Pero aquí, en vivo, todo adquiere otra dimensión. Es la realidad, la vida y la muerte.

Y entonces ocurre lo que no debería ocurrir nunca. Una furgoneta con un grupo de turista se acerca a la manada. Se ponen al lado, muy cerca: seguro que consiguen fotos de las que se enorgullecerán a la vuelta a casa y enseñarán a las amistades mientras toman canapés de caviar y beben satisfechos en vasos de cristal de Bohemia. Pero han jodido todo. Los ñúes se encuentran amenazados por todos los bandos, amenazados por un lado por el río y los leones pero con la retaguardia cortada por unos imbéciles en una furgoneta. El grado de tensión les obliga a retirarse. Y toda la masa de miles de ñúes se lanza en estampida alejándose del río. La polvareda es inmensa, sobrecogedora: es la materialización del miedo de los animales. Volverán. No se sabe cuándo. Sí, cuando sientan que el peligro es menor. Y cuando no haya un coche con unos imbéciles jodiéndolo todo.

No es raro que los ñúes emprendan la retirada porque las circunstancias -leones, cocodrilos, la corriente- se lo imponga. Pero resulta imperdonable que miles de animales salvajes se vean afectados por el comportamiento irresponsable de unos turistas sin criterio. Y de un guía o un conductor que arruina todo por una propina.

Y se acaba todo. Los animales se dispersan y los animales de la furgoneta se van a otra parte. Y nosotros también.

3 comentarios:

  1. No se hubiera perdido demasiado si los leones cambian el plato del día por turista gilipollas...
    Y la foto hubiera sido, sí en esta caso, única.

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  2. Tengo que reconocer que me hubiera encantado ver la escena del cruce del río y conseguir las fotos, pero no se pierde nada si me quedo con las ganas por el curso natural de los acontecimientos. Pero ciertos comportamientos nos hacen reflexionar sobre el impacto del turismo sin conciencia.

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  3. Si si... turistas gilipollas, turismo sin conciencia, se deberían estudiar estos terminos en las escuelas de Turismo. Despues de la indignación todavía pudimos saborear el privilegio de haber estado allí, mucha tensión, mucha ilusión, una estampida sobrecogedora... como diría mi amigo DAVID, que wapo es esto tronco!

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