miércoles, 30 de mayo de 2012

Cannes y el cine, 2: las manos de Sophia Loren

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Como decía en el post anterior, más allá del festival de cine, en cualquier momento del año es posible revivir la magia del cine en las calles de Cannes. Y además de un recorrido en busca de las pinturas en las casas hay muchos otros detalles que demuestran la relación permanente que existe entre esta ciudad y el Séptimo Arte. Vamos a descubrirlos.


Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Un buen lugar para sentir esta relación perpetua es el propio Palais des Festivals et des Congrès ya que siempre hay alguna colección de fotografías sobre cine. Aquí la gente se alegra el día bajando por la escalera cubierta por la alfombra roja.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
En la misma puerta empieza el Chemin des etoiles, una colección de más de 300 huellas de las manos de algunos de los más importantes cineastas de la historia. Hay que dedicarle un rato para buscar las que más nos interesen, ya sean las de Jane Fonda y Sophia Loren o las de Clint Eastwood, Tim Robbins o Jerry Lewis. Me llama la atención lo pequeñitas que son las manos de Sophia.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Aquí también se encuentran las siluetas de diversos personajes de algunas de las películas más populares de la historia. Basta con colocar la cara en el hueco correspondiente para convertirse en el personaje deseado, ya sea Harrison Ford en La Guerra de las Galaxias, Jonnhy Depp en Piratas del Caribe o Uma Thurman en Kill Bill. Y hacerse una foto para el recuerdo. En el otro extremo del boulevard de La Croisette uno puede hacer lo mismo con la silueta de Daniel Radcliffe en Harry Potter o de Shrek. Hay para todos los gustos.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Otra forma de sentir el cine es partir en busca de los escenarios de las películas rodadas en Cannes. Hay títulos como Golden Eye (el primer Bond de Pierce Brosnan), French kiss (de Kasdan) o Ronin (de Frankenheimer), pero el que destaca sobre todos ellos es Atrapa a un ladrón, de Alfred Hitchcock, con Cary Grant y Grace Kelly, una de las pocas películas del maestro inglés en la que los exteriores son decisivos. Ahora, más de 50 años después, es posible seguir su pista y bañarse en la playa, pasear por La Croisette o tomar un té con pastas en el Carlton.
Ay, quién no habrá deseado alojarse en el Carlton y revivir esa escena del beso mágico de Grace Kelly a Cary Grant frente a la habitación 623, aunque luego te dieran con la puerta en las narices.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Siempre se dice que el Carlton es el hotel de las estrellas en Cannes, pero me veo obligado a recordar que el vecino Martinez no lo es menos. Ambos se encuentran en La Croisette. Y, volviendo al post anterior, el que quiera dormir con Marilyn Monroe (pintada en la fachada del hotel), tendrá que elegir el Cannes Riviera. Hay muchos otros hoteles que se relacionan de una forma u otra con el cine, como Villa Garbo.
P.D. El cine de calidad está presente todo el año en Cannes. Una forma de disfrutarlo es a través de las numerosas iniciativas de Cannes Cinema.

lunes, 28 de mayo de 2012

Cannes y el cine, 1: dormir con Marilyn

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

Ayer terminó la 65ª edición de Festival de Cine de Cannes, el que para muchos es el mejor del mundo. Durante unos días el festival ha copado toda la atención. Hoy, que las estrellas ya no se pasean por La Croisette, se podría pensar que todo ya ha terminado.
Pero ni mucho menos. La relación entre Cannes y el cine es permanente, y en cualquier momento del año es posible revivir la magia del séptimo arte en las calles de esta ciudad.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
La manera que más me gusta, donde la ciudad rinde un homenaje perpetuo al cine es en las pinturas murales que adornan medianerías y algunas fachadas de edificios públicos. Todo empezó como una idea en 2002, y a partir de 2004 empezaron a aparecer, poco a poco, pero de forma regular, estos guiños enormes al mundo del cine.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Al caminar por las calles de Cannes nos asombran continuamente desde las alturas. Allí están Chaplin y el chico (10 boulevard Vallombrosa), con esas miradas que siguen emocionándonos después de tantas décadas. Más allá Jacques Tati y ¿su sobrino? miran los carteles de sus películas (place du Suquet), mientras que Buster Keaton rueda sin perder la seriedad (29 boulevard Victor Tuby). El reverso del decorado de un rodaje puede apreciarse en el 7 rue des Suisses. Uno de los murales más espectaculares es el que representa a Gérard Philipe como Fanfan la Tulipe en el 3 boulevard Victor Tuby.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
En la estación de ferrocarril, como no puede ser menos, se rinde homenaje a los hermanos Lumière y a la entrada del tren en la estación de La Ciotat (la primera película proyectada en público), con el añadido de un mural sobre el TGV. Muy cerca, también en la place de la Gare, Jean Gabin se asoma a la ventanilla de un tren en La bête humaine, pura dignidad humana sobre la fachada de un aparcamiento de varios pisos.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Y hay muchas más pinturas por descubrir, lo que hace de un paseo por Cannes una suerte de permanente descubrimiento: los besos más famosos de la historia en la fachada de un edificio de apartamentos, los conductores más rápidos en un aparcamiento, algunas estrellas sobre la estación de autobuses.

Cannes. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Incluso se puede dormir con Marilyn Monroe (pintada en la fachada) de algún hotel. El hallazgo surge al doblar cualquier esquina.

viernes, 25 de mayo de 2012

La luz dorada del hayedo en otoño. Coste y razón

Hayedo de Carrales, Burgos. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
 ¿A cuento de qué viene hablar de hayedos en otoño en mayo?

Hay dos razones.
La primera es que me gusta meterme conmigo y recordar que hace exactamente un año escribí que relacionar los conceptos hayedo y otoño era caer en el tópico. Bien, reconozco que a la primera ocasión que tuve —es decir, en noviembre— me fui disparado a buscar un hayedo en el que pasear.
La segunda es la importante, y es para describir cómo fue el proceso que me llevó a pasar un fin de semana en una zona de España con el hayedo como argumento del viaje.
Un día pensé que estaría bien dar una buena caminata por un hayedo. No me apetecía visitar los más conocidos (Irati, Tejera Negra, etc.), porque valoraba más la tranquilidad que la espectacularidad. Pensé que Burgos tendría muchas cosas que ofrecer en ese sentido.
Así que hice lo que hacemos todos: fui a Google, tecleé hayedo y Burgos y entré en la primera opción que me daban.
Así encontré esta entrada en el blog Tierras de Burgos en el que se describe una ruta de senderismo por el hayedo de Carrales. Me gustó. Estaba decidido el destino.
Lo localicé y, a continuación, busqué entre mis guías y revistas documentación sobre la zona, que es realmente interesante: a pocos kilómetros hay pueblos espectaculares como Frías, Oña, Puentedey, San Pantaleón, además de un paisaje de desfiladeros, bosques frondosos, pueblecitos pintorescos y algunos monumentos megalíticos.
Salimos de Madrid en coche y después de pasar Burgos paramos en un bar de un pueblo y nos tomamos unas raciones —morcilla de Burgos y otras cosas— con unas bebidas: 8'80 euros.
Por la noche alquilamos una habitación doble en un hotel de Cilleruelo de Bezana: habitación doble, dos cenas y dos desayunos: 77'00 euros.
Por la mañana, en una tienda cercana al hotel, compramos unas viandas para hacer un bocata donde nos pillara el hambre: 4'85 euros.
En Puentedey encontramos al frutero-verdulero que tenía de todo, así que aprovechamos e hicimos una compra bestial: 37'20 euros, que incluyó un tarro de miel local. Y un café en Oña: 1'10 euros.
Tanto a la ida como a la vuelta echamos gasolina (con los vaivenes del céntimo sanitario, en ese momento estaba menos cara en Castilla-León que en Madrid), pero ese gasto no lo incluyo porque sólo cuento los que hicimos en negocios locales. No pagamos la entrada al castillo de Frías porque llegamos tarde y no pudimos visitarlo.
Sumando todo me sale un monto de 128'95 euros que dejamos en diferentes negocios locales. A cambio paseamos por un hayedo otoñal, visitamos pueblos encantadores, conocimos mundo, disfrutamos un montón y a la vuelta no podíamos cerrar la puerta de la nevera. Todavía queda miel.
No sé si 128'95 euros es mucho o poco, pero sí sé que es más que nada. Y que en ésta es la madre del cordero del turismo: disfrutas, aprendes, lo pasas bien, y a cambio colaboras en el mantenimiento de la economía local.
Y no hay que olvidar que todo ello vino gracias a la información ofrecida por el blog Tierras de Burgos, a cuyo autor no tengo el gusto de conocer pero a quien le estoy muy agradecido por hacerme descubrir ese rincón de Burgos. Puedo afirmar rotundamente que no habríamos ido a esa zona y no habríamos gastado un euro en ella si no hubiéramos encontrado toda la información y la inspiración necesaria entre sus posts.

miércoles, 2 de mayo de 2012

El hombre que camina

Foto: Ángel M. Bermejo (c)

El hombre que camina (L'Homme qui marche) es una obra de Alberto Giacometti muy relacionada con el dinero. Posiblemente sea la obra de arte vendida públicamente que ha alcanzado el precio más alto de la historia. Además aparece en el reverso de los billetes de cien francos suizos. Hay varias ediciones de la obra y yo tuve ocasión de verla en la Fundación Maeght.
Lo que pasa con El hombre que camina es que es una obra tan valiosa que apenas puede vivir tranquila. Siempre tiene que estar protegida y muy bien guardada. Es decir, que tal vez camine, pero nunca lo hace con libertad.
Aunque, como acabo de decir, me he codeado con ella en la Costa Azul, mi estilo general es otro muy diferente. Por todo ello me siento mucho más identificado con este otro hombre que camina:

Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Sí, ya sé que es mucho más vulgar, menos valioso. Pero, por eso mismo, tiene más libertad de movimiento, camina más, y así vive muchas más aventuras.
Así nos encontramos con:


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina sobre las palmeras


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina por el aire

Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina por las piedras


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina sobre las aguas


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina sobre la luz


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
El hombre que camina junto a los dioses


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Y, como hombre de su tiempo, también camina junto a las estaciones de servicio. No porque necesite combustible, que no lo necesita, pero tal vez para usar eso mismo, el servicio.
Y, siguiendo sus pasos, tenemos a uno que camina todo lo que puede: 


Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Todas las fotografías del hombre modesto que camina están tomadas en un lugar muy concreto. A primera vista se puede pensar que podría ser cualquier rincón del mundo, pero la suma de detalles reduce mucho las posibilidades. ¿Alguien sabe dónde se hicieron?