viernes, 1 de junio de 2012

Parque de las Estatuas: monumentos comunistas en Budapest

Szoborpark, Budapest. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

A veces no es fácil llevarse bien con el pasado. Muchos países —y no miro hacia ningún lado— no son capaces de mirar con serenidad hacia su historia reciente. Haber pasado por una dictadura de, digamos, 40 años, es algo que deja huella, y no siempre honrosa.
¿Qué hacer, por ejemplo, con todos los monumentos generados por esa dictadura, estatuas, murales, conjuntos que ensalzan a personas, ideas o acontecimientos que antaño fueron celebrados y hoy resultan inaceptables?

Szoborpark, Budapest. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
En algunos lugares se han derribado y tirado a la basura. Lo que no se ve no existe y, mejor todavía, no ha existido nunca. Eso piensan algunos. Hacer desaparecer una estatua, por muy grande y pesada que sea, no es difícil. Hacer desaparecer otras cosas —formas de pensar, de actuar, de relacionarse, de hacer negocios, de no tener vergüenza— no es tan fácil.
En este sentido me parece interesante el modelo húngaro. Casi nadie quiere ver un monumento a Stalin, a Lenin o a Béla Kun enfrente de casa. Pero haciendo cascotes no desaparece la historia, así que poco después de la caída del régimen comunista —que duró 40 años— ya estaban pensando en que hacer con este legado.

Szoborpark, Budapest. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Así que optaron por hacer un gran museo de estatuas al aire libre, el Szoborpark, discretamente situado en las afueras de Budapest. Ni cerca ni lejos, fuera de la vista pero que lo pudiera ver quien quisiera.
El caso es que en este arte monumental propagandístico trabajaron artistas de muy buen nivel técnico. Imre Varga es tal vez el ejemplo paradigmático.

Szoborpark, Budapest. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
De alguna manera, una visita al parque de las estatuas comunistas es un viaje en el pasado. Cuando me acercaba a la entrada, la taquillera me vio y puso en marcha el sistema de megafonía: la Internacional empezó a sonar a todo volumen. La tienda de recuerdos era un homenaje a un tiempo ido. En algún momento pensé que el parque no era sólo un museo que recordaba un momento de la historia. Me pareció que se lo añoraba, aunque puede ser que todo ello fuera una confusión mía.

Szoborpark, Budapest. Foto: Ángel M. Bermejo (c)
Además de este parque húngaro, que yo sepa hay otros lugares similares en Rusia y Lituania.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, creo que tendriamos que tomar nota

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  2. Lucas, siempre es bueno aprender de las historias y las decisiones de los demás. Gracias por el interés.

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