viernes, 10 de diciembre de 2010

India: festival de elefantes en Kerala, II


Cayó la noche y empecé a sentir la vibración que asaltaba a los peregrinos que esperaban el momento más vistoso del festival de elefantes de Arattupuzha, el más importante en Kerala. Había una cierta intranquilidad, una emoción difícilmente contenida, como una descarga eléctrica que fuera golpeando, cada vez con más fuerza, a la masa de peregrinos. Era la sexta -y más importante- noche del festival y por fin la luna llena brillaba sobre el horizonte.
Los primeros elefantes empezaron a concentrarse en la puerta del templo. Todos iban enjaezados con gualdrapas doradas, y delante de ellos caminaban los portadores de antorchas y los músicos. Fue la procesión más lenta que he visto en mi vida: tardaron dos horas en recorrer los cincuenta metros que les faltaban para llegar al templo.
Arrastrado por la masa de fieles entré en el patio del templo. Había música, calor, fuego, incienso, luna llena, sarís brillantes, sudor, asombro y goce. La música era absorbente, embriagadora. Tenía ante mí toda la pompa y el boato que se puede esperar de Oriente, pero no en un palacio de mármol sino en un templo perdido entre arrozales y cocoteros.
Toda la noche fue un discurrir de peregrinos que realizaban ofrendas, de música que sonaba sobre los campos, de una mala cabezada sobre la hierba, de fiesta en los rincones oscuros en los que se servía alcohol. Y cuando empezaba a asomar tenuemente el suave crepúsculo que anunciaba la mañana, ya estaban alineados otra vez los sesenta y un elefantes adornados de oro y fuego, preparados para la última procesión, la que terminaría solamente con la llegada del día.
Sesenta y un elefantes, uno al lado del otro, caminando a la par con una lentitud pasmosa. Reconocí que éste es un mundo completamente diferente al mío. Aquí soy analfabeto y, perplejo, acepto que no me entero de nada. O de casi nada. Pero ese casi nada, ¡es tanto! Supone un descubrimiento tan grande, una emoción tan fuerte el asomarse a otro mundo que me parece flotar en la nada, absorto ante el misterio de unos rituales desconocidos, embriagado por esta fiesta de los sentidos.

2 comentarios:

  1. uno de mis sitios pendientes. gracias por recordarmelo y ponerme los dientes largos. abrazos

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  2. este año pude ver el festival y no lo habría descrito mejor. Se celebra en un montón de pueblos de Kerala.

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