viernes, 29 de julio de 2011

Ladakh, el Pequeño Tíbet, 2

Festival en Leh. Foto: Ángel M. Bermejo (c)


Durante los días que pasé en Leh encontré que Ladakh está cambiando a pasos agigantados. En una visita a la Women's Alliance asistí a la proyección de la película Ancient Futuresde Helena Norberg-Hodge (que también ha  publicado un libro con el mismo título) en el que se muestran los problemas que plantean estos cambios a la sociedad ladakhí. En los últimos años se han abandonado, en gran medida, las formas tradicionales de adaptación al medio, esa cultura que ha permitido a sus habitantes vivir en este apartado lugar del mundo en condiciones que a primera vista son extremadamente duras.
En una región a gran altitud en la que apenas llueve, los ladakhíes habían conseguido desarrollar una agricultura de subsistencia que, con el apoyo de una pequeña ganadería y con el comercio de los escasos excedentes, siempre ha sido más que suficiente para asegurar su vida y su cultura. La adaptación perfecta al medio natural. Una adaptación que ha sido alterada por el abandono de los cultivos tradicionales, por la llegada masiva de gentes extrañas, por el olvido de las viejas normas aprendidas durante siglos. Tal vez todo ello, unido a unas lluvias realmente inusuales, estuvieran en el fondo de la catástrofe de verano de 2010.
De alguna manera yo formaba parte de ese cambio. Durante los meses de verano Leh se llena de turistas, de cachemires que abren tiendas y desplazan a los ladakhíes en el comercio, de ladakhíes que sólo encuentran una oportunidad de trabajo en el turismo. Desde otro punto de vista, Leh no ha cambiado, sólo se ha adaptado a los nuevos tiempos, y las nuevas caravanas no son ya las de los comerciantes que recorren estos caminos para traficar sino las de los caminantes que siguen las mismas rutas para practicar el trekking por algunos de los parajes más desolados, puros y hermosos de Asia.
Mientras preparaba mi propio recorrido dedicaba el tiempo a vagar por los alrededores de Leh, a adentrarme en esta cultura budista. Desde que el Tíbet fue anexionado por China ha padecido las consecuencias de la llamada revolución cultural maoísta y sufre un proceso de aniquilación cultural. Por eso Ladakh se ha convertido en un reducto de esta cultura y se ha ganado el título de "Pequeño Tíbet". Así, en los alrededores de Leh es posible adentrarse en este mundo, vislumbrar una cultura que casi ha desaparecido en otros rincones del Himalaya.

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