lunes, 25 de abril de 2011

Australia: Northern Territory, VI, más de las pinturas de Kakadu



Parque Nacional Kakadu. Foto. Ángel M. Bermejo (c)

Llegué a Kakadu y me enteré de que muchos de los conjuntos de pinturas son lugares tan sagrados que se mantienen en secreto. Sin embargo, lo que se da a conocer es suficiente para ser admirado como uno de los mayores tesoros de arte de la humanidad. Así lo entiende la Unesco, que considera que este parque nacional es uno de los pocos lugares del globo que es Patrimonio de la Humanidad tanto por su importancia natural como cultural. Una zona concreta en la que se explotan yacimientos de uranio no está incluida, lógicamente, en esta clasificación.

Lugares como las cataratas Jim Jim, de más de 200 metros de caída; los ríos y lagunas en los que se navega entre cocodrilos, aves y plantas acuáticas; los balcones de roca desde los que se divisan vastas extensiones de territorio intacto, con bosques, marismas intransitables y farallones que se vuelven levemente rosados cuando les acaricia el último rayo de sol, atraen a miles de visitantes. Pero no hay nada comparable con enclaves como Ubirr y Burrunguy, los dos grupos de pinturas más importantes que los balanda están autorizados a conocer.

Ambos son dos extraordinarios muestrarios de la evolución del arte rupestre y de los cambios que ha experimentado el paisaje de Kakadu a lo largo del tiempo, y los estudiosos distinguen tres periodos fundamentales: pre-estuarino —cuando el nivel del mar era mucho más bajo y la línea de costa tal vez estuviera unos 300 kilómetros más al Norte, más de 20.000 años atrás—; el estuarino —cuando gran parte de este territorio estaba cubierto por marismas tras la subida del mar, hace 8.000 años— y el post-estuarino —desde hace unos 1.000 años—. En cada época se distinguen distintas formas de representar a los animales, a los hombres y a los espíritus: desde manos —una imagen simple, poderosa y eterna— y dibujos naturalistas de animales —muchos de ellos extinguidos hace milenios— a escenas dinámicas y siluetas. Uno de los estilos más característicos es el llamado de rayos X, que muestra a las personas y los animales con el esqueleto y los órganos internos claramente trazados.
Hay que recorrer estos farallones que surgen de las marismas en busca de los abrigos que guardan las pinturas. A cada paso se descubren figuras de danzantes y cazadores, de peces, canguros y tortugas, de espíritus. En Burrunguy se encuentra Namargon, el “hombre-relámpago”, al que se representa con un rayo luminoso a su alrededor. De su cabeza, de sus codos y rodillas surgen unas hachas, que usará en la estación de las lluvias para golpear a las nubes y descargar relámpagos. Desde un mirador se divisa el acantilado de la Tierra de Arnhem. Una roca que sobresale es el Ensueño de Namargon, uno de los lugares más sagrados de Kakadu.

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