lunes, 7 de marzo de 2011

Viajar a 104 km/h


Vehículos en Estados Unidos. Foto: Ángel M. Bermejo (c)

En Estados Unidos (el país de la libertad, bla, bla, bla) hay diferentes límites en la velocidad máxima a la que se puede circular en las autopistas interestatales, aquéllas en las que se puede ir más deprisa.
Estos límites oscilan entre las 60 millas por hora (unos 96 km/h) y las 80 millas por hora (unos 128 km/h). Dado que ambos extremos se aplican en zonas muy pequeñas (60 en Hawaii y 80 en unos pocos condados de Texas), podemos decir que, en la inmensa mayor parte de EEUU sólo se puede circular a un máximo de entre 65 y 75 millas por hora (104 y 120 km/h, aproximadamente).
Es decir, que se puede circular como máximo a 120 km/h en las soledades de, por ejemplo, Nevada, Wyoming y Nebraska. En California, Washington o Minnesota sólo se puede conducir a un máximo de 112km/h. En los (relativamente) poblados Estados del noreste o en las soledades de Oregon y Alaska sólo se puede circular a un máximo de 104 km/h en las autopistas.
Y estamos hablando en horas de día. De noche el límite puede bajar sustancialmente.
También hay una velocidad mínima por debajo de la cual no se puede circular.
Algunos Estados han bajado el límite de velocidad aduciendo que así baja la contaminación atmosférica.
Los límites de velocidad tan bajos proporcionan jugosos beneficios a las autoridades por el cobro de multas.
Pero a este respecto quiero contar mi experiencia personal.
En una ocasión viajaba en coche por Arizona. Tenía prisa por llegar a un lugar (hacer fotos con buena luz, argumento muy interesante para mí pero de escaso interés y nulo valor para el resto de los conductores) así que sobrepasé el límite máximo. Y me pillaron.
Fue una escena un poco peliculera: por el espejo retrovisor vi el coche de la policía con todas las luces en plan tiovivo. Mi cultura cinematográfica me dijo que tenía que echarme a la derecha y parar. Por el espejo retrovisor vi que salía el policía de su coche -un gigante con sombrero de ala ancha, pantalones apretados, pistola al cinto, gafas de sol y una libreta en las manos. Mi cultura cinematográfica me dijo que no debía salir del coche; y decir que sí a todo.
El agente me informó que había sobrepasado en X millas la velocidad límite permitida en esa carretera y que esa actitud incívica estaba castigada con una multa de Y dólares PERO...
Aquí está lo bueno:
PERO... como no tenía antecedentes de exceso de velocidad en ese Estado, sólo me apercibiría. La próxima vez que me pillaran me crujirían sin reparo ni pudor.
Me entregó la notificación. En ella estaban los datos de todo lo referido hasta ahora más una descripción física mía muy pormenorizada que incluía raza, altura, color de ojos, peso, etc.
Así que continué mi camino. Aflojé el pedal del acelerador y nunca más volví a sobrepasar el límite de velocidad máximo autorizado para circular por las carreteras de Arizona.



3 comentarios:

  1. El gran Galen Rowell contaba que para llegar a tiempo a fotografiar la luz sobre la cascada "cola de caballo", en Yosemite, duplicó el límite de velocidad dentro del parque nacional. Llevaba un ranger de copiloto que no sabía donde mirar. Al parecer la excusa de la foto puede funcionar. Te lo digo por si, ahora que estás fichado, vuelves a correr por el estado de Arizona.

    Un abrazo, Ángel.

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  2. Jordi,
    siempre hay que llevar un libro de Galen Rowell en la guantera: te inspira para hacer mejores fotos. Y, al menos en California, puede aportarse de prueba ante el policía de tráfico.
    Nota: "At your own risk".

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